Por nuestros días el packaging de un
futbolista cobra más relevancia que su contenido. Con el correr de la historia,
la valentía, destreza, sentimiento, entrega y virtudes fueron quedando fuera de
las canchas. Al mismo tiempo en el cual Diego Armando Maradona comenzaba su
carrera se daba inicio a un fenómeno que parece no tener final. La televisión,
las marcas, el capitalismo y el dinero, se llevaron por delante el espectáculo
del deporte más practicado en Sudamérica.
Abalado por el desinterés de la Fédération
Internationale de Football Association (FIFA), las marcas se tornaron dueñas de
los jugadores. También a los clubes, la misma federación, fue transformando en
empresas. La final de la Copa del Mundo del 2002, desarrollada en Corea del
Sur-Japón, fue una revancha para Ronaldo. No para el portugués, Critiano
Ronaldo, que hoy se peina antes de ejecutar un tiro libre porque usa “Clear”,
sino para el brasileño que fue uno de los mejores goleadores de los últimos 20
años.
Cuatro primaveras antes de jugar en
Asia, en Francia se había disputado la final de la Copa del Mundo. Ese trofeo
se quedó en las vitrinas de la federación del país local. Los franceses le
ganaron dicho certamen a Brasil por 3 a 0. En ese encuentro, Ronaldo, fue sólo
la simple sombra de lo que era realmente. Al crack brasileño lo vestía Nike,
como a toda la selección. Dicha empresa, capitalista y estadounidense, al
parecer presionó para que el jugador estuviera en ese encuentro aunque no se encontraba en
las mejores condiciones físicas. El hombre que facturaba millones de dólares
por esos días, a pesar de que en su niñez no tenía dinero ni para el colectivo, sufrió
una crisis nerviosa acompañada por violentas convulsiones horas antes del
partido definitorio. Sin embargo, fue el 9 titular y pudo exhibir sus R-9,
pero no dieron el mejor resultado.
Pero como se sabe en el 2002 tuvo su
revancha. Le ganó la final a Alemania, en el primer partido que jugaban estos
dos equipos en un mundial, por 2 a 0. Allí se dio el gusto de ser campeón junto
a otros “R”: Ronaldinho, Rivaldo y Roberto Carlos. Ronaldo, con sus dos goles
en ese partido, sumó la quinta copa para su país y al mismo tiempo empardó a la
empresa Adidas, que desde el mundial de 1954 había levantado cinco veces la copa
del mundo vistiendo selecciones. Hoy las dos empresas líderes del mercado
mundial de deportes, visten a los dos mejores jugadores del mundo y a los dos
equipos más poderosos de España y de Argentina.
Por Gastón Ezequiel Sosa.
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