lunes, 3 de enero de 2011

Con los pies en la tierra

Todo comenzó cuando a través de una perforadora con un hierro, los mineros, enviaron una nota que decia: “Estamos bien, en el refugio, los 33”. Luego de ese mensaje sólo restaba rescatarlos. Ese papel blanco con letras rojas salvaría sus vidas un tiempo después. El derrumbe, en la mina San José, se produjo el jueves 5 de agosto y recién el domingo 22 de ese mismo mes, 17 días después, se enteró la humanidad que los mineros estaban atrapados. Se encontraban a 700 m. bajo tierra. En un yacimiento ubicado a 30 Km. de la ciudad de Copiapó, explotado por la compañía San Esteban. En el lugar del accidente se había montado un campamento que se llamaba “esperanza”. Allí esperaban hijos, esposas, nietos y periodistas de todo el mundo que rezaban y cantaban por los mineros.
Entre las 33 personas se encontraba Carlos Bugueño, un empleado de sólo 27 años de edad, soltero, que entró a la mina con el sueño de tener su propia casa y su automóvil. En la estadía bajo la tierra, armó un dominó de cartón y pidió que les trasmitieran los partidos de fútbol. Antes de ser minero era seguridad de una empresa.
Esté joven fue el numero 23 en salir del cautiverio, el miércoles 13 de octubre a las 17:32hs. Salió de la nave Fénix-2, que fue el artefacto que subió a la superficie a todos los mineros, con anteojos de sol, un casco rojo y muchas ganas de vivir.
Al salir del refugio, entre llanto y emoción, se abrazo efusivamente con su madre, quien lo esperó en el campamento desde el primer día. Luego saludó al presidente chileno Sebastián Piñera. Lo colocaron en una camilla, lo taparon con una brazada y lo llevaron directo al hospital de campaña, para realizarle los primeros estudios médicos.
Ahora que salió de la mina, junto a todos sus compañeros, va a cobrar mucho dinero por los derechos de las películas y libros. Pero Bugueño sólo quiere volver a su antiguo trabajo, el de seguridad.

Gaston Sosa.

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