Ya de purretes comienzan a patear. No importa el objeto, sino el fin, que es concretar aquel gol que los consagra en cualquier patio, de alguna casa, de ese barrió perdido en un recóndito lugar del país. Esos futbolistas, que nacen con el don de hacer gritar goles por doquier, también tienen su día especial para festejar. Se da cada 14 de mayo, en honor a los dos goles convertidos por el jugador Ernesto Grillo, hace 60 años, frente a Inglaterra en el “Monumental”. Ese encuentro fue la primera victoria para la Selección Argentina (3-1) sobre “los padres del fútbol”. Y aunque “El Pelado” había logrado dos conquistas, en la memoria de los casi 85.000 argentos que estuvieron presentes, sólo quedó el recuerdo del primer gol, que con un ángulo imposible para el disparo, concretó frente a la piadosa mirada del arquero inglés.
Grillo, el hombre que supo debutar en la primera de Independiente, ganar la liga italiana con el AC Milan en 1959 y salir tres veces campeón con Boca Juniors, nunca habrá imaginado que su golazo iba a generar la inmortalidad de un día tan especial para sus futuros colegas. Sin embargo así fue, y esos chicos que entrenan con lluvia, frio o calor, y llegan a la primera del fútbol argentino lo van a festejar de por vida gracias a él.
Porque para el verdadero futbolista la fama y el dinero no son nada sin que un estadio grite su nombre y ni tampoco un lujoso auto se compara a convertirle un gol a su eterno rival. Porque la alegría de Grillo no pasaba por lo material, por más que el ex Presidente Juan Domingo Perón le regaló un Mercedes Benz luego de ganar la Copa América en 1955. Su satisfacción pasaba por entrar a una cancha y que la gente gritara por él, se divirtiera y disfrutara de un triunfo en sus pies. Ernesto podría haber dejado la más valiosa herencia monetaria, aunque no fue así, lo mejor que dejó es que cada futbolista tenga su día y sea feliz por eso. Gracias Grillo, gracias fútbol, gracias nene. Nunca dejes de patear.
Por Gastón Ezequiel Sosa.
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