Foto: La Razón |
Las gotas caen del cielo y escriben puntos sobre una hoja de ciudad. A veces, la hoja deja de ser una metrópolis y se convierte en un pueblo, barrio o calle. Esos lugares, sin dar abasto con la fuerza del agua, son destrozados por las fuertes lluvias. El líquido, que lo arroja quién sabe qué malvado, sin maldad, desde un escenario negro, dañan hasta lo más sagrado de los seres humanos. La vida. La lluvia es un elemento común desde tiempos remotos, es agua que busca una salida y si no la encuentra se entromete en cualquier hueco hasta encontrarla.
El escenario que vive por estas horas la provincia de Buenos Aires tiene que ver con todo eso y mucho más. Se trata de un país que no acostumbra, en su mayoría, a reciclar, cuidar, a no tirar en la calle papeles o desechos que tapen desagües, a no contaminar, a cuidar, al egoísmo. Y allí también están los políticos. Aquellos “elegidos” intentan aparecer en momentos ya trágicos para calmar a los vecinos que se quejan. Porque las personas que no encuentran soluciones se enceguecen al ver que pierden lo poco que tienen o lo mucho que poseen. Y en el medio la lluvia. Con su andar ruidoso y avasallante se lleva todo por delante sin tener la culpa de lo que hace.
Si son lloviznas, que simplemente molestan, o si se trata de una lluvia pasajera; hasta puede sonar romántica. Pero cuando el agua cae con la fuerza de estos días y desborda los canales y los ríos, pierde toda la gracia que puede llegar a tener. Está claro que lo hace inocentemente, no busca dañar a los humanos. Sólo cae desde las nubes, con la mala suerte que el recipiente que tiene que acogerlas no es el indicado. Al contrario, es el peor lugar en donde pueden caer.
El agua busca la libertad y se desespera por eso y ahí es cuando se lleva lo que cada persona logró durante toda su vida. Incluso la vida misma, ya son más de medio centenar los muertos por esta trágica tormenta. Ahora los ciudadanos, que son muy solidarios cuando se trata de algo grave, tratan de salvarse entre ellos, sin esperar nada a cambio. El agua se llevo muchas cosas valiosas pero si se logra mantener la calma pueden ganar todos y volver a empezar, y si se quiere, también volver a confiar en que todo puede ser mucho mejor. Sólo alcanza con que cada uno tomé conciencia del lugar que ocupa en este planeta y se proponga cambiar algo.
Por Gastón Ezequiel Sosa.
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