Se
divirtieron, rieron y jugaron lindo. Los brasileros se quedaron nuevamente con la Copa Libertadores. Esta vez le
tocó al Atlético Mineiro que venció a Olimpia de Paraguay por penales (4-3). Fue
en Belo Horizonte donde, bajo un marco imponente provocado por el público, el
equipo capitaneado por Ronaldinho convirtió los dos goles que necesitaba
para empardar la serie y llegar a los tiros desde los doce pasos. De esa manera obtuvieron por primera vez en su historia
el preciado título.
El encuentro de vuelta se desarrolló
como se preveía, con el equipo local que planteo un esquema ofensivo y con Jó
(goleador de la Copa con 7 tantos) con el arco entre ceja y ceja. Olimpia había
ganado 2 a 0 en la ida y los campeones salieron con todo para empatar la serie.
El arquero del conjunto paraguayo, Martín Silva, defendió muy bien el arco
mientras llovían centros de los brasileros. Fue de esa forma como a los 58
segundos, de la segunda etapa, Jó consiguió el descuento para Mineiro. Se dio
mediante una pirueta luego de un centro que arrojó, sin mirar, el mediocampista
Rosinei. En ese instante las ilusiones de las 58 mil almas, que coparon el
estadio, se encendieron. Sólo faltaba el empate o quizás ganar para festejar
por primera vez la obtención de la Copa Libertadores, en sus 105 años de vida.
La angustia no cesaba y la
desesperación empezaba a ser el actor principal de los jugadores brasileros mientras el reloj se comía los segundos. Sin
embargo, a falta de cuatro minutos para culminar el partido, con un cabezazo excelente, Leonardo Silva convirtió el gol del empate de la serie y enterró a
todos los fantasmas que rodeaban el campo de juego. Era el 2 a 0 y el encuentro
llegaba a su fin. Fue así como terminó todo y cada equipo se juntó para darse
fuerza para los próximos 30 minutos que todavía había por jugar. Aunque los paraguayos,
que ya pensaban en los penales, recién allí se enteraron de que había tiempo
extra.
Se jugó, se sufrió y llegaron los
tiros desde los doce pasos. Víctor, arquero del equipo local, se puso los
guantes salvadores y contuvo el primer penal. La ventaja ya estaba del lado
brasilero y todo culminó en el quinto tiro que ejecutó el argentino Matías Giménez
para Olimpia. La pelota se estrelló en el vértice del arco y salió despedida
hacia el centro de la cancha, como lo hizo Víctor para festejar junto a todos
sus compañeros que rezaban por ganar la Copa. La alegría fue para Brasil y la
Copa Libertadores se quedó por segunda vez consecutiva en aquel país. Mientras
tanto el fútbol brasilero se nutre de futbolistas de primer nivel y disfrutan
de la magia de Ronaldinho, que seguramente será el 10 de Mineiro en el Mundial
de Clubes que jugarán junto al Bayer Munich a fin de año.
Por Gastón Ezequiel Sosa.